Este elemento de la naturaleza ha estado por milenios beneficiando a la humanidad con sus propiedades naturales, pero al mismo tiempo con su esencia inspiradora y su gran energía que aviva el espíritu.
El fuego es imprescindible en la oscuridad y también en la generación de experiencias que nos conectan con nuestro Yo Superior, aquel que aguarda a que se despierte la vitalidad y la fuerza para potenciar nuestra percepción.
El fuego es purificación, es símbolo de la eliminación de toda impureza y contaminante de nuestra alma, es la manera por medio de la cual llegamos a la sanación de las energías negativas.
Metafóricamente en la espiritualidad se le considera al fuego interior como la presencia divina y también como la vida misma. Es aquella llama que debemos estar avivando para darle combustible a nuestro espíritu, crece con nuevas experiencias y restaura nuestro ser, siendo así como el fuego nos limpia, nos renueva, nos hace nuevos.